Es gracioso, el Athletic hace una temporada perfecta, regular, superior a la 15 equipos, algunos con mayor presupuesto y todos con más mercado para fichar y el premio es un duelo a muerte en busca de la mejor competición en Europa.
El Athletic estuvo a un paso de entrar en el bombo de los grandes colosos, lo que le permitiría tener un rival inferior en el objetivo de entrar en la fase de grupos, pero finalmente no fue así, lo que suponía una desventaja para los leones, lo era también para esos grandes clubes pues sabían de la dificultad de jugar contra los rojiblancos y, sobre todo, de viajar a San Mamés. La suerte ha querido que los dos más fuertes de sus respectivos bombos, Napoli y Athletic, se enfrenten en una batalla a dos rounds y 180 minutos: el primero: ayer en San Paolo.
La ilusión de toda una religión como la del Bilbao, que hace 16 años que no conseguían participar en esta competición contra la obligación de uno de los equipos más fuertes de Italia, con las ganas añadidas de su eliminación en la Copa de Europa del año pasado.
El encuentro parecía de preparación más que oficial, poca profundidad en el juego y sin un equipo que controlase la pelota. Las dos escuadras tenían sus opciones, los bilbaínos se encontraban mejor preparados, mientras que los italianos sufrían esa corta pretemporada debida a todos sus jugadores mundialistas. Uno de los que más tardó en arrancar fue Muniaín, no estaba metido en el partido hasta el minuto 40, donde aprovechó una carrera de De Marcos y un gran centro para que el joven navarro rematase el pase y adelantase a los leones, 0-1 y al descanso, lo más difícil estaba hecho.

Final del primer round, 1-1 y todo por decidir, pero 90 minutos en San Mamés se les hacen eternos hasta al mejor equipo del mundo.
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